viernes, 23 de abril de 2010

La Poderosa y la noche del partido del Barsa.


(Sucedió hace tres días)

Imagínate llegar de noche al parking de Liencres, es martes y no hay absolutamente nadie por ahí. Aparcas tu furgoneta, sales de ella dejando las llaves metidas para que la música siga sonando, y te diriges a la parte de atrás. Intentas abrir la puerta. Descubres que está cerrada. La puerta del conductor está cerrada también, al igual que la del copilopi.

“No me jodas hombre” es todo lo que se te ocurre decir. Hace frio y tienes la chaqueta dentro. La música, “whole lotta love” de Led Zeppelin, suena seguida de una de Placebo, mientras piensas en posibles soluciones al problema… Das con la antena del coche. Buena idea, a ver si a través de una de las ventanas a medio abrir (las ventanas traseras de la Poderosa se abren unos tres centímetros por la parte de atrás) meto la antena y llego al interruptor… No. A ver si meto un palo y… No. A ver si agarro esa percha con la antena y con ella… Nada. A ver si…

Suena “Clap your hands” ha pasado media hora y la luz interior de la furgo se ha apagado. Mi cabeza rebosa ideas que han sido ya frustradas por las ingeniosas técnicas antirrobo de los yanquis que construyeron mi magnífica furgo. Robar una Voyager es algo muy fácil, pero para ello hay que romper algo, y eso era lo último que quería. Llegué a entrar en el “cota zero” a pedir un cuchillo entre gritos a favor del Barsa. El bar se quedó callado al verme entrar, y al pedir el cuchillo, el camarero me miró raro y me dijo: “¿no querrás matar a nadie no?” obviamente no quería hacer nada por el estilo, aun así, me dio un cuchillo que no cortaría ni mantequilla. “por si acaso” decía su mirada. Miré la caca de cuchillo que me había dejado y supe que no iba a hacer nada con ello. Aun así, le agradecí el cuchillo y salí corriendo a solucionar un grave problema. Como ya os he dicho, no funcionó.

Había agotada casi toda esperanza y llevaba mucho tiempo chupando frio. Estuve a punto de forzar la ventana, pero decidí probar una última vez. No voy a decir cómo la abrí, pero la abrí, y fue uno de los momentos más eufóricos que he tenido desde hace mucho tiempo. Pura felicidad, estaba de nuevo en casa…

Una cosa queda clara: abrir una Voyager sin romper nada es muy simple (que no fácil), si se sabe cómo.

La próxima vez no le daré tiempo a sonar a ninguna canción.

3 comentarios:

  1. di la verdad...no te habias dado cuenta q la puerta lateral trasera la habias dejado abierta! jajaj me alegro q estes bien! ya falta poco pa coger unos tubitos en liencres!

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  2. Sonando whole lotta love de Led Zep todo es posible. Si hubiera sonado Jymmy hedrix versionando like a rolling stone de Dylan en directo te cagas. te veo durmiendo entre las dunas esa noche jejejeje

    Buena anécdota!

    Niegà

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  3. ya me contaras como lo has abierto mamon!

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